La mudanza generalmente es sinónimo de estrés, miedos, intranquilidad y preocupaciones. Salir de la zona de confort no es cosa fácil, se requiere de mucha paciencia, planificación y toma de decisiones radicales que podrían cambiar la vida por completo del núcleo familiar. Sobrellevar tal situación suele tornarse complicado si no se conoce el camino para canalizar las emociones. Esta situación trastoca los sentimientos de todo el grupo familiar. Sin embargo, los adultos poseen mayor capacidad para digerir los cambios de vida.
Pero, resulta que los niños también son parte de dicho proceso, y por ser tan vulnerables tienden a ser en muchas ocasiones los más afectados. La inteligencia emocional se va aprendiendo al pasar los años, sin embargo, los más pequeños de la casa aún no poseen dicha capacidad para reconocer, analizar y reflexionar sobre el contexto en el que se está desenvolviendo un cambio en general. Todas las preocupaciones son válidas y tienen sentido, por tanto, el temor de los niños también debe ser un aspecto atendido y canalizado con ayuda de los adultos.
¿Una mudanza puede influir en la psicología de los niños?
Sí. Efectivamente. Los niños suelen entablar relaciones mucho más rápido que los adultos, pero también les cuesta mucho más alejarse de lo que han ido formando durante el tiempo determinado, es decir, de la escuela, amigos, vecinos y rutina ejercida diariamente. La mudanza representa un cambio radical para ello y un nuevo comienzo que puede ser difícil al momento de adaptarse.
Por tener corta edad, los niños aún no poseen suficientes experiencias de cambios radicales que aseguren cómo reaccionar ante una nueva. Pues no poseen la práctica de entendimiento para determinar y analizar dicha situación.
¿Cuáles son normalmente las reacciones de un niño ante una mudanza?
Se debe tener en cuenta que no todos los niños piensan y actúan de la misma forma. Cada uno posee una posibilidad y formas de canalizar la tristeza, rabia, estrés y cualquier otra emoción que infiera en sus sentimientos diarios. Sin embargo, existe un patrón según estudios de científicos psicopediatrías, donde afirman que generalmente actúan a través de los gestos de infantilización, es decir, actitudes de superación sin así serlo. Así como también puede demostrar un carácter rebelde sin lógica alguna pero que poseen causa y efecto.
Otro aspecto importante a saber es que muchos de ellos no demuestran sus emociones a los padres, por lo tanto, los mismos no se encuentran al tanto de los sentimientos incomodos que poseen. Pero, dichas actitudes son expresadas en otros ámbitos de la vida, tal como el colegio, amigos, vecinos, entre otros.
A continuación algunos patrones conductuales:
- Actitudes lejanas: el niño se encuentra siempre solo alejado de la familia y amigos.
- Llantos sin razón alguna: los niños son sensibles y vulnerables ante cualquier situación de desagrado. Se acostumbran a hablar sobre las incomodidades que padecen mediante quejas, llantos, entre otros. Sin embargo, cuando se encuentran en tal situación prefieren no decirlo hasta que explotan en cualquier momento y desahogan su pesar con los cambios radicales de vida.
- Actitudes extrañas en el nuevo colegio: la adaptación no es fácil para todos. Y, más cuando se está conociendo un lugar nuevo. Así que, es normal que un niño presente actitudes extrañas en el colegio, pues busca la forma adecuada de sentirse bien.
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