Cuando se toma la decisión de arrendar una casa o apartamento en pareja, existen diversos acuerdos que van más allá del tema legal o lo que se establezca en el contrato de trabajo; pueden llegar a ser asuntos muy personales, los mismos deben aclararse incluso antes de tomar la decisión de emprender una vida bajo un techo único.
La importancia de este tipo de arreglos, es que están relacionados de manera directa con la convivencia. Tener claras estas reglas puede marcar la diferencia sobre la prosperidad y convivencia de este estilo de vida. Máxime cuando hace referencia a una pareja que va a vivir junta por primera vez.
Acuerdo 1: el contrato de arrendamiento no tiene nada que ver con la relación
Si bien es cierto que la pareja va a convivir, eso no significa que ambos no tengas deberes y derechos por separado. Una vez sepan todas las condiciones legales del arrendamiento como tal, es preciso establecer qué le corresponde a cada quien en términos de:
- Pago de mensualidades del apartamento
- Cancelación de servicios
- Compra de alimentos
- Entretenimiento
Acuerdo 2: responsabilidades compartidas
Organizar un hogar implica entrega y responsabilidades que deben estar a cargo de ambas personas. En el proceso de negociación de la pareja, antes de la mudanza, es recomendable detallar cuáles serán los compromisos de ambas personas y cómo tienen pensando cumplirlos. Decidir sobre:
- Quién debe encargarse del aseo de la vivienda.
- Quién se encargará de las compras
- A quién le corresponderá pasear al perro
- A quien corresponde la preparación de alimentos
Son hechos que, a simple vista, pueden parecer poco relevantes, pero sí tienen una influencia más marcada de lo que se cree.
Acuerdo 3: horario del televisor o computador
Este es un tema vital, sobre todo cuando solo haya un televisor en casa o tengan que compartir el computador. De ser así, entonces es preciso definir un tiempo para el uso particular; la importancia de este hecho radica en evitar peleas o tratar de ser más productivos en el caso que el computador se utilice para el trabajo. Asimismo, es recomendable agregar qué y cuándo se ve, no siempre las parejas tienen los mismos gustos con respecto al entretenimiento.
Acuerdo 4: visitas sociales
Una sana convivencia pasa por establecer acuerdos lógicos y en el caso de las visitas, se hace necesario. Debe haber un equilibrio, la pareja necesita espacio para ellos como individuos, estar con los amigos y compartir juntos el apartamento arrendado. Definir horarios o días para estas actividades, es una buena manera de acostumbrarse a la diversión compartida.
Acuerdo 5: visitas familiares
Con el objetivo de establecer una convivencia sana, diseñar un método de visitas en el que los familiares de ambos se sientan cómodos. Es poco factible que estén juntas las familias de cada integrante de la pareja, salvo por ocasiones especiales.
Acuerdo 6: decoración
Suele pensarse que las mujeres llevan las riendas en este punto, pero nada más alejado de la realidad. Hacer que la pareja se involucre por igual en el proceso, sirve para estrechar lazos de unión entre quienes están comenzando una nueva vida.
Acuerdo 7: apostar por el consenso
No es conveniente imponer criterios ni opiniones, comunicarse siempre será una mejor alternativa. Cuando de tomar decisiones importantes se trata, el consenso es la regla a seguir.
Acuerdo 8: cenar, desayunar o almorzar juntos
Es posible que las ocupaciones de ambos les impida compartir tiempo de calidad, por eso es necesario acordar un momento del día en el que se dediquen tiempo a ambos, la idea es que esto les sirva para crecer como pareja.
Acuerdo 9: respetar espacios personales
Cada pareja tiene una dinámica propia, establecer estos acuerdos también dependerá de la visión de vida de ambos. Aunque se está comenzando a vivir juntos, es fundamental delimitar un espacio en el que cada quien estará por su cuenta, ya sea para hacer ejercicios o leer un libro. La visión es entender que el apartamento arrendado es el lugar común donde van a evolucionar como pareja, pero el tiempo que pasen solos los ayudará a sopesar el hecho de sentirse atado a una persona.